Producir alimentos es una de las funciones de la agricultura, la ganadería y las actividades de extractivismo vegetal y animal. En Brasil, los alimentos que consumimos se contabilizan en el PIB de la agricultura (1)1, que representó el 2% del PIB brasileño, y en el PIB del agronegocio (1)1, que representó el 24,31% del PIB de Brasil. Pero, la Segunda Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia de Covid-19 en Brasil, publicada en 2022, señaló que 33,1 millones de personas no tienen garantizado qué comer - lo que representa 14 millones de nuevos brasileños hambrientos (Agência Senado, 2022) (2).2.
Como bien señala el profesor Gerd Sparovek en el prefacio del estudio "La producción de alimentos en Brasil: geografía, cronología y evolución", de Ana Chamma y colaboradores (2021):
"75 años después de la publicación de Geografía del hambre (3)3, Brasil ciertamente ha cambiado... (pero a pesar de) haberse convertido en una gran potencia agrícola mundial, los problemas del hambre y la malnutrición no se han resuelto y han terminado por sumarse a otros también vinculados a la nutrición, como la obesidad, la diabetes, las afecciones cardiovasculares y otras manifestaciones de enfermedades crónicas no transmisibles."
Y, aunque muchos sean escépticos, equiparar el dilema generación de empleo x disponibilidad y calidad de alimentos pasa por fortalecer la agricultura, sobre todo en un país de dimensiones continentales como Brasil. Y hay muchas alternativas. Aquí enumeraremos la primera: la recuperación de áreas degradadas, que cuenta con un marco de leyes e instrumentos financieros desde la década de 1980.
Después de todo, ¿qué es un área degradada?
Se considera que un área está degradada cuando la deforestación o las alteraciones profundas del suelo causan alteraciones tan intensas que impiden la regeneración natural, es decir, sin la acción humana. Un estudio realizado por Embrapa Pecuária Sudeste señala que recuperar un pasto es alrededor de un 30% más barato que establecerlo de nuevo; y ambos costes pueden ser elevados hoy en día, dependiendo del tamaño del área y de la región donde se encuentre. En la recuperación de un pasto, el encalado y la fertilización se realizan generalmente para favorecer el rebrote de las plantas existentes, en función de la población de plantas existentes. Pero, en muchos casos, la densidad de población de forraje es tan mala que no hay suficientes plantas para restablecer el pasto. En general, se considera que si el pasto tiene superficies de más de 2 m22 sin la planta forrajera principal, es necesaria una nueva implantación del pasto.
Datos de Lapig/UFG, basados en el análisis de imágenes de satélite Landsat de 1985 a 2020, indican que los pastos en Brasil en 2020 cubrían el 18,72% del territorio brasileño, o 158.966.950,223 ha. De este total, el 22% se encontraba en fase de degradación severa y el 41,4% en fase de degradación intermedia. Es decir, con la adopción de prácticas de encalado y fertilización de pastos, carga animal adecuada y asegurando el período de descanso necesario para la recuperación, se pueden recuperar más de 65,8 millones de hectáreas de pastos que se encuentran en etapa intermedia de degradación. Con la recuperación de estos pastos y considerando una carga animal de 1,27 animales por hectárea, sería posible ampliar el rebaño bovino en 83,5 millones de cabezas, sin abrir nuevas áreas, el llamado efecto ahorrador de tierras.
Considerando la reducción de gases de efecto invernadero, trabajos como el desarrollado por Eduardo Assad en el Observatorio de Bioeconomía de la FGV muestran que es posible aprovechar este potencial y reducir adicionalmente las emisiones de GEI. Los autores desarrollaron un modelo de proyección y mitigación para diferentes acciones de descarbonización de la ganadería, en el que consideraron un escenario de reducción gradual de los pastos degradados en Brasil hasta el año 2030. Utilizando este modelo, mostraron que 27,5 Mha de pastos degradados podrían recuperarse, ofreciendo ganancias de productividad al rebaño bovino, que alcanzaría una carga ganadera de 1,27 cabezas por hectárea. Además, habría una eliminación neta total de carbono de 1.223,6 Mt CO2eq, una media de 94,1 Mt CO2eq/año, invirtiendo así las emisiones del sistema ganadero asociadas a los pastos.
Impactos de la recuperación de pastos
Un estudio estudio realizado por investigadores de la Esalq/USP, coordinado por el Prof. Joaquim Bento de Souza Ferreira Filho, evaluó las ganancias derivadas de la recuperación de 19,4 millones de hectáreas de pastos degradados entre 2010 y 2018. El estudio presentaba dos escenarios: el primero tomaba en consideración 19,4 millones de hectáreas de toda la superficie de pastos degradados recuperada en el país entre 2010 y 2018. Y el segundo señaló que sólo los 4,1 millones de hectáreas recuperadas a través de la línea de crédito del Programa ABC específica para la recuperación de pastos, que financió R $ 8,1 mil millones entre 2013 y 2020. Asumiendo las variables macroeconómicas de 2015, el aumento observado, acumulado en 2021, del 0,31% del PIB en el escenario 1 y del 0,07% en el escenario 2, representa, computado sobre el valor de 2015. Esto representó una ganancia social de R$ 16,9 mil millones en el escenario 1 y de R$ 4,2 mil millones en el escenario 2.
Más aún: el aumento de productividad proporcionado por la recuperación de pastos degradados contribuyó a un aumento adicional significativo de la producción ganadera en las localidades investigadas. En el escenario 1, la variación en Rio Grande do Sul y Santa Catarina fue del 25,8% en la producción de carne y del 13,8% en la cadena láctea. También se observaron aumentos importantes en Rondônia, Paraná y Mato Grosso do Sul. En el escenario 2, se observó un aumento del 5,2% en la producción de ganado vacuno en Goiás y del 1,71% en la producción de leche en Paraná. Cabe destacar que la leche y la carne son alimentos importantes en la dieta de la mayoría de los brasileños y el aumento de la oferta contribuye a la reducción de los precios.
Cabe destacar que las ganancias en la recuperación de pastos degradados van más allá del aumento de la renta del productor rural debido al aumento de la productividad del ganado vacuno de carne y leche. También hay un aumento del consumo familiar, aumento del empleo y de los salarios, aumento de los impuestos y beneficios medioambientales. Después de todo, los pastos recuperados y bien manejados son eficientes en el control de la erosión debido a la acción del agua y de los vientos del suelo, permiten la infiltración del agua en el suelo, que es un proceso importante en el mantenimiento de los recursos hídricos y aseguran la actividad de los organismos del suelo. Además, los pastos en buen estado emiten menos gases de efecto invernadero que los pastos degradados, lo que contribuye a la calidad de vida en el planeta.
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1- El PIB agrícola mide lo que se denomina "producción a puerta de finca" y es calculado por el IBGE. Por otro lado, el PIB del agronegocio engloba la producción agrícola y las actividades económicas de otros sectores de actividad (industria y servicios), involucrando la producción de insumos para la agricultura, la propia agricultura, los agronegocios que procesan estas materias primas y la distribución y otros servicios necesarios para que los productos agrícolas y del agronegocio lleguen al consumidor final. En Brasil, este cálculo lo realiza el CEPEA/ESALQ-USP con el apoyo de la CNA.
2- Agência Senado, 2022. Retorno do Brasil ao Mapa da Fome da ONU preocupa senadores e estudiosos, de Aline Guedes. Publicado em 14/10/2022.
3- Geografia da Fome, de Josué de Castro. O dilema brasileiro: pão ou aço. 9. ed. São Paulo: Brasiliense, 1965.